Ilustración de Pedro Fco. Pérez Fernández

¿Quienes somos?



Siempre estuvimos aquí aunque no conozcas nuestra voz. Es hora de ponerle música a las sombras y sentido al caminar.

Nos presentamos, somos Filhos de Gandhi, sobrinos de DJ Floro. Devoradores de elefantes adormecidos por la música. Estamos situados en el Trópico más utópico. Allá donde nos dejan ver las estrellas con el único coste de abrir bien los sentidos.

Maldecimos las naves que partieron en busca de nuevos mundos, con espada y biblia como ofrenda y nos avergonzamos de culturas dominantes, de la academia que normaliza y apaga las lenguas vivas en alcanforados sillones de cuero.

Nuestra huella no es efímera, quedará esparcida en el tiempo como el eco de Zumbi, será borrada por cada ola que vuelque una patera.

Nuestra misión es compartir voz, llanto y danza con quienes fueron número antes que nombre, a quienes les negaron su existencia.

Vivimos en Ilha Maravilha, coral sin fronteras decorada con los colores de la Whipala.

Nos impulsa el viento que refresca el sudor del lactante y que aviva el fuego de la barricada.

Las manos, extinguidas al sol por la fusta del patrón, llegan desde su silencio para protegernos los hombros ante la soledad y la incomprensión de nuestra era.

Agogós, repiques, cuidas y panderos resonarán junto a poéticas guitarras para ensalzar el canto a la belleza, a la memoria y a la necesidad de pasar por la vida elevando la voz hasta hacerla digna y habitable.

Voz: Rö Herrero

20100625

TOTO LA MOMPOSINA

“Nuestra música es dulzura”
La poesía, las gaitas y los millos indígenas; los tambores, maracas y guarachas de los esclavos africanos; la guitarra española y el acordeón alemán, definen ‘La bodega’, de la colombiana Totó la Momposina.

Entrevista por Giulio Tinessa
Miércoles 2 de junio de 2010. Número 127


De pequeña, cuando escuchaba tocar tambores, siempre solía contestar rítmicamente con las sílabas “to-to”. De ahí su nombre.

Empecemos por su último disco. ¿Por qué La bodega?

Vengo de la región donde nace el río de la Magdalena que atraviesa toda Colombia y desemboca en el Atlántico. Por este río, que es la sangre del país, llegó la cultura que venía de Europa, y por esta puerta también llegaron los esclavos a todas las Américas. Los europeos metían los esclavos en las bodegas, donde guardaban también todo lo que traían de Europa, incluidos los instrumentos como la guitarra, las bandolas y el clavicémbalo.

Los esclavos trajeron su sabiduría musical y en las bodegas empezaron a encontrarse con la música indígena y los instrumentos europeos. Nuestra propuesta musical tiene una base de percusión africana, las gaitas de nuestra región y las guitarras de los europeos. Éstas eran las bodegas.

En la música del caribe colombiano confluyen elementos de muchas culturas. ¿Cómo define esta música que caracterizaba los eventos populares?

Es una amalgama de colores, que mezcló los orígenes bantúes de los esclavos con los vientos de los indígenas y la estructura del cancionero europeo. Por eso nuestra música tiene muchas influencias: cada uno fue aportando y diseminando sus culturas, y eso hace que tengamos diferentes sonidos.

Esta música no suena con ningún sentimiento de imposición, sino más bien dulce, porque los indígenas también eran esclavos: entonces eran dos clases de esclavos que se mezclaban, sin ninguna jerarquía. Quizá sea porque Colombia está en la línea del Ecuador, y por eso nuestra música y nuestros bailes son dulzura, el sol nos inunda todo el día y todos los días. Eso es lo que llamo música de identidad, conocer nuestros orígenes, saber de dónde vienes.

Fueron cuatro años para descubrir y conectar lenguajes musicales y poéticos, ¿Cómo ha sido este proceso?

Cuando una hace música tradicional, todo el tiempo tiene que crear y reinventar, y por desgracia estamos en un país donde no se respeta ni se conoce la música de identidad. Por eso era necesario hablar y difundir esta cultura musical, yo llevo haciéndolo desde hace 25 años como una guerrera, desde cuando no había respeto por la música tradicional, que era la música del pueblo. Había una discriminación racial y social. Fue una lucha fuerte. Pero la música también hace su proceso, muda. Yo empecé con palmas, coros y tambores, con versos del romancero español, pero poco a poco fuimos añadiendo instrumentos indígenas, como las gaitas, que era un instrumento que solían tocar las mujeres. Muy famosa fue la Tola, una cacica indígena, que tocaba la gaita y los tambores. Luego descubrí que las guitarras estaban en toda la costa atlántica, y de ahí surgió finalmente una mezcla que puede caracterizar de verdad mi país. Lo que he estado haciendo no es solamente música, sino tradición y ésta es mi propuesta musical. Había que darla a conocer a nuestros propios pueblos, antes de proponerla fuera de Colombia.

Muchas de sus canciones hablan de paz, amor y justicia. Sin embargo Colombia sigue siendo un país marcado por fuertes contrastes sociales...

Pues, si miras por el mundo, verás que todo el mundo está en guerra, pero todos pelean por las riquezas de los demás. Nosotros tenemos muchos recursos naturales, un clima óptimo, mano de obra barata, ¿entonces cuántas potencias estarán detrás de un país que se llama Colombia? América es un continente rico, no sólo Colombia, ¿por qué están mal todos los países del hemisferio sur? ¿Sabías que se hizo un estudio y se vio que las tierras de América podrían dar de comer a todo el mundo? Esto ya lo dice todo, yo soy una cantaora pero sé por qué canto.

¿Recuperar la tradición musical de un país puede ayudar a recomponer su tejido social?

Con la música eres digno, porque a través de ella descubres lo que significa la sabiduría del pueblo. Cuando te quitan todo esto, sólo eres un títere más.
“Nuestra música es femenina”

Ya era muy conocida en toda Latinoamérica, pero fue en 1982, cuando acompañó a Gabriel García Márquez a la entrega de los premios Nobel, cuando Totó se convirtió en una referencia para todos los amantes de la música mestiza.

Desde su primer trabajo, los elementos que caracterizan su música son una mezcla de música indígena, africana y europea, bajo la forma de cumbias, bullerengues, chalupas, garabatos o mapalés, pero también sones, guarachas, rumbas y sextetos. Todos estilos acompañados por los tambores de la tradición africana, las guitarras de origen europeo y los vientos autóctonos como la gaita macho y la gaita hembra.

“La capitana es el alma de las cantadoras, es como una mamá alrededor de la cual se va juntando la familia, bajo su protección. Por eso no somos sólo músicos, tenemos que aprender y expresar nuestra empatía con la gente, tanto en los espectáculos como en la vida cotidiana. Tenemos que vernos a nosotros mismos como embajadores de una cultura tradicional.

Quizá sea por eso que nuestra música suena tan dulce, quizá sea esta componente matriarcal”.

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