Ilustración de Pedro Fco. Pérez Fernández

¿Quienes somos?



Siempre estuvimos aquí aunque no conozcas nuestra voz. Es hora de ponerle música a las sombras y sentido al caminar.

Nos presentamos, somos Filhos de Gandhi, sobrinos de DJ Floro. Devoradores de elefantes adormecidos por la música. Estamos situados en el Trópico más utópico. Allá donde nos dejan ver las estrellas con el único coste de abrir bien los sentidos.

Maldecimos las naves que partieron en busca de nuevos mundos, con espada y biblia como ofrenda y nos avergonzamos de culturas dominantes, de la academia que normaliza y apaga las lenguas vivas en alcanforados sillones de cuero.

Nuestra huella no es efímera, quedará esparcida en el tiempo como el eco de Zumbi, será borrada por cada ola que vuelque una patera.

Nuestra misión es compartir voz, llanto y danza con quienes fueron número antes que nombre, a quienes les negaron su existencia.

Vivimos en Ilha Maravilha, coral sin fronteras decorada con los colores de la Whipala.

Nos impulsa el viento que refresca el sudor del lactante y que aviva el fuego de la barricada.

Las manos, extinguidas al sol por la fusta del patrón, llegan desde su silencio para protegernos los hombros ante la soledad y la incomprensión de nuestra era.

Agogós, repiques, cuidas y panderos resonarán junto a poéticas guitarras para ensalzar el canto a la belleza, a la memoria y a la necesidad de pasar por la vida elevando la voz hasta hacerla digna y habitable.

Voz: Rö Herrero

20110225

13º NAVIO NEGREIRO

Nuevamente los electroduentes de Lavapiés nos juegan una pasada. No sé si de camino a casa, al salir de las mazmorras o al entrar a un bar, pero el caso es que el archivo del programa de este día y toda la información desaparecieron de mis bolsillos.

La lunee de Gorée .Gilberto Gil. Cantada por Ligiana y Ameth Male
http://letras.terra.com.br/gilberto-gil/46185/


NAVIO NEGREIRO - TRIÁNGULO ESCLAVISTA -
Mucho se sabe del comercio de esclavos en el mundo, América no se quedo atras en esta clase de comercio nefasto, muchos barcos llegaban al continente, proveniente de África, los cuales venian cargados de hombres, mujeres y niños para su comercio.
Argentina recibia en su puerto de BS AS una muy importante cantidad de estos esclavos, por su mayor cercania desde Africa, ya que los barcos tenian que hacer sus recorridos en el menor tiempo posible (llamense meses) para obtener la mayor supervivencia posible de su mercaderia.
estuve investigando un poco sobre el tema y recopilando informacion de distintos medios (libros de historia y la red) para confeccionar este post.

esta modalida era de lo mas frecuente en el siglo XVIII donde los barcos llegaban "legalmente" al puerto , con una tripulacion de 100 marinos, ustedes haganse una imagen mental de esto: los barcos generalmente median entre 20 y/o 30 metros de eslora, por unos 7 u 8 metros de alto (sin contar las velas) con un solo camarote (para el capitan, obvio), donde los marineros comian y dormian en el puente, pero debajo del mismo , vamos a llamarlo bodega, venian 454 esclavos traidos de Africa, distribuidos de la siguiente forma: en la proa los hombres, en el centro los niños y en la popa las mujeres, aprovechando el mas minimo lugar posible, amarrados con grilletes y cadenas , a continuacion les muestro un dibujo del corte de un barco de esclavos








Las condiciones de vida en los barcos esclavistas eran terribles e insalubres. Los esclavos, amontonados en las bodegas del barco, apenas podían moverse.
Se habla de entre 30 y 60 millones de negros esclavizados por los diferentes imperios/reinos europeos y trasportados en barcos, en las condiciones que muestra el dibujo.
Recordemos que para el momento de la creación de este dibujo la industria de la esclavitud era de lo mas aceptada. Los precios de estos hombres se ponían por edad y salud de los mismos. En Colombia, un joven negro de 18 años podría costar entre 150 y 250 pesos y comparativamente una “casa de tapia y teja baja con una tienda” se vendía en 900 pesos.

Las principales potencias esclavistas que estuvieron implicadas en el comercio del secuestro y transporte de personas esclavizadas procedentes de África en la Trata Atlántica, serían según estimaciones:

* Estados Unidos / Norteamérica Británica 1.775.000 en el norte y 3.950.000 en las colonias del sur
* Portugal / Brasil 4.650.000
* Gran Bretaña 2.600.000
* España 1.600.000
* Francia 1.250.000
* Países Bajos 500.000
* Dinamarca 50.000
* Otros 50.000

Ahora les dejo un informe sacado del ARCHIVO GENERAL DE LA NACION DE COLOMBIA, que expresa de manera eficiente un poco mas sobre el tema:

EL PALMEO

Consistía en la medición que se hacía de los esclavos para determinar su valor. La escala en palmos estaba inscrita en un listón, el cual se colocaba al pie del esclavo erguido. Una vez se efectuaba la medición por el cirujano, era rebajado el número resultante en la medida en que el esclavo tuviese algún defecto, entre otros: "flucción reumática", "incordio", "dientes de menos", "constipación", "fiebre continua".

Para que el esclavo fuera considerado apto -se le llamaba en este caso "pieza de Indias"- debía tener un mínimo de 7 palmos (alrededor de 1 metro con 50 centímetros). La suma en palmos de los individuos de un embarque, luego de las consiguientes rebajas por avanzada edad, estado físico y anímico, era dividida por siete, para conseguir el número final de piezas de Indias, que no debía exceder el cupo concedido a cada asentista o empresario importador.



Los barcos negreros transportaron a América grandes cantidades de esclavos extraídos del continente africano (no menos de 3.000.000). En cada viaje eran hacinados entre 250 y 500 individuos, aprovechando inhumanamente cada centímetro útil del navío.

MARCA DE LOS ESCLAVOS



Una vez el esclavo era desembarcado en el puerto, se procedía a marcarle en el cuerpo con un hierro candente; esta identificación daba a entender que el esclavo habría entrado legalmente y que se habrían pagado a la Corona los impuestos correspondientes.

Usualmente, en el pecho se le imprimía la Marca Real y en la espalda la marca del asentista. La "marquilla", utilizada para marcar al esclavo, estaba elaborada en hierro.

Se calentaba al fuego y sin dejarlo enrojecer, se aplicaba en la piel directamente o, habiendo aplicado previamente manteca o sebo en la piel, se colocaba sobre esta un trozo de papel, imprimiendo encima la marquilla.

"DISMINUCION DE 'CUARTAS' EN LA TASACION DE ESCLAVOS, EN VIRTUD DE SUS DEFECTOS, COMPAÑÍA DE FRANCIA - TABLA DE REDUCCION"

"Defecto, tacha o vicio"

Reducción en relación a Pieza de siete cuartas
Canoso
1/3

Carencia de un dedo en el pie
1/6

Empeynes parciales
1/6

Empeynes en todo el cuerpo
1/4

Escorbuto
2/8

Flema
1/6

Humores en las manos
1/6

Humores en los pies
1/8

Manchas
3/4

Opilado
1/4

Hernia benigna
1/4

Nube en un ojo
1/3

Quebradura de ombligo
2/8

Tiña
2/4

Tuerto
2/4

Torpeza de ojos
1/4

Torpeza de manos
2/4

Torpeza de un dedo de la mano
2/6

Torpeza de dedos de los pies
1/3

Viejo
1/4
(Nota: la tabla es incompleta y además variable)"

Fuente: "La Trata de Negros por Cartagena de Indias", Jorge Palacios Preciado, UPTC, Tunja, 1973

REDHIBITORIA

El comprador de un esclavo podía obtener del vendedor la garantía de anulación del trato o redhibitoria en caso de que llegase a manifestar algún defecto o enfermedad no declarado en el momento de la transacción. Por lo general, esta garantía tenía un cubrimiento de dos o tres meses, lo cual se hacía constar debidamente en el documento de venta.

EL CEPO


Uno de los castigos favoritos utilizados por los amos con sus esclavos era ponerlos en el cepo. Era este una gran viga en posición horizontal con unos agujeros por los cuales eran introducidos y asegurados los pies del esclavo. El tronco de la víctima, de espaldas o sobre el pecho, "descansaba" sobre un par de tablones separados entre sí; el cuerpo se encontraba en un nivel más bajo que los pies. En esa posición, casi inmóviles, permanecían incluso días enteros. En ocasiones las lesiones resultantes eran tan graves que, si no morían, quedaban inutilizados de por vida. Intenta vivir por unos segundos este terrible suplicio.

GRILLETES Y GRILLOS





Desde el momento de la captura de los esclavos en su territorio natal eran encadenados para conducirlos a los barcos negreros. El grillete eran un aro de hierro que se cerraba en el tobillo o en el cuello del prisionero; este aro estaba cerrado por un perno y pendía de él una cadena. Los grillos eran un conjunto de aros o grilletes, dos o más, que se aseguraban en las piernas del esclavo o de varios esclavos a la vez, y que se aseguraban a una barra de hierro o a una larga cadena.

BOGAS


Los esclavos fueron utilizados por mucho tiempo como bogas o remeros en pequeñas chalupas o grandes champanes, recorriendo las vías fluviales, especialmente el Magdalena, desde Honda hasta Mompox.

SE VENDEN COMO CUALQUIER MERCANCIA



Una vez arribaba al puerto el barco negrero, los esclavos eran hacinados en lugares de ordinario húmedos, estrechos y malolientes, siendo el primer propósito engordarlos un poco para obtener un buen precio por ellos en el mercado.

FACTURA DE VENTA DEL AÑO 1736



fuente.http://negrosyesclavos.archivogeneral.gov.co/portal/apps/php/documentacion.kwe

a continuacion les presento un texto extraido de la biblioteca del congreso de la nacion

La presencia negroafricana en la República Argentina es y ha sido, históricamente, un dato insoslayable de la realidad nacional, desde sus orígenes como nación e incluso varios siglos antes.

El mecanismo a través del cual la población africana ingresó en masa en Latinoamérica fue el infamante tráfico de esclavos en las rutas del océano Atlántico. No obstante vale aclarar que hay pruebas suficientes de la presencia africana en el hemisferio occidental varias centurias antes de la llegada de Cristóbal Colón: así lo prueban los hallazgos arqueológicos y otros artefactos culturales en las regiones de Tuscla y Veracruz, en México, que datan del período Olmeca; en la región de la actual ciudad de La Plata, en la Argentina; el Darien, al norte de Brasil; en Venezuela y en Florida.

Sin embargo, la dispersión a escala masiva de poblaciones africanas enteras en las tres Américas se produjo, de manera inusitada hasta ese momento, durante el comercio de esclavos entre los siglos XV y XIX. La razón de esta vergonzante y forzada migración fue servir a las necesidades de mano de obra de los colonos europeos: hasta el siglo XIX la plantación agrícola y la minería constituyeron las bases de la economía iberoamericana y, a través de éstas, el sustento para las coronas española y portuguesa. Trabajar con sus propias manos era la última posibilidad prevista por los colonizadores para sí mismos. Éstos se volcaron a los africanos por su experiencia milenaria tanto en la minería y el trabajo artesanal con metales como en la plantación agrícola. Por otro lado, a diferencia de los amerindios, los africanos ya habían estado expuestos a las “zonas” epidemiológicas del “Viejo Mundo”, adquiriendo inmunidad a enfermedades tropicales tales como la fiebre amarilla y la malaria, y a enfermedades comunes en Europa, como la viruela. Además, al no estar protegidos por las tradiciones legales comunes a los europeos –que se consideraban a sí mismos seres humanos pero no al resto– los africanos podían ser reducidos sin apelación moral a una disciplina brutal y sanguinaria.



La América hispánica y portuguesa arrebató y esclavizó seres humanos principalmente de África Occidental, constituyendo las Islas de Cabo Verde el entrepuesto de tráfico más importante de aquellos siglos. Los individuos provenientes de Guinea Septentrional y Meridional eran mayoría en el Caribe y América Central; los Yoruba y los Ewe (Nigeria y Togo) en Brasil. Los angoleños y congoleños (pertenecientes a la familia étnica y lingüística Bantú) eran los grupos mayoritarios en Chile, Perú, Uruguay y Argentina.

En síntesis, alrededor de 12.000.000 de africanos desembarcaron en Latinoamérica. Buenos Aires y Montevideo se constituyeron en los puertos más importantes del Atlántico Sur y surtieron todo el interior de Sudamérica mediante puertos de transferencia en Valparaíso y Río de Janeiro. Si efectuamos el cálculo de que por cada africano que llegaba vivo a estas costas cinco perecían por inanición, diarreas, deshidratación, suicidios o castigos diversos, hallamos que el tráfico de esclavos le provocó a África, una sangría de más de 60.000.000 de personas y a Europa su extraordinaria expansión industrial y económica.

En el caso de la República Argentina los esclavos negros fueron utilizados en las tareas rurales, la ganadería, las labores artesanales, el trabajo doméstico. Las familias propietarias de esclavos los hacían trabajar como talabarteros, plateros, pasteleros, lavanderas, peones o maestros de música, fuera de la casa y con lo que éstos percibían se mantenía el tren de vida de la oligarquía.

Durante la gobernación de Juan Manuel de Rosas pareció verificarse un cierto auge de la comunidad negra de Buenos Aires, alcanzando alrededor de un 30% de la población total. El Gobernador asistía regularmente con su familia a los candombes negros. Ésta era una de las escasas formas culturales que les era permitido manifestar a los afroargentinos lo que revestía al mismo tiempo una manera de control, mediante la folklorización. Por otro lado, servía para soslayar la condición de esclavos, mientras que los actos de resistencia eran cruelmente castigados.



Datos del período colonial revelan lo siguiente: en el censo de 1778 se consigna que en el noroeste argentino, en la zona de Tucumán, el 42% de la población era negra; en Santiago del Estero la proporción era del 54%; en Catamarca, para esa misma época el porcentaje de la población negra era del 52%; en Salta, el 46%; en Córdoba, el 44%; en Mendoza, el 24%; en La Rioja, el 20%; en San Juan, el 16%; en Jujuy, el 13%; en San Luis, el 9%.

A lo largo del siglo XIX se verifica un decrecimiento sostenido de los africanos, hasta que hacia fines de ese mismo siglo, el ingreso masivo de la inmigración blanca europea hará bajar drásticamente, en términos relativos, la proporción de población negra e india en todo el país. Así, en los documentos oficiales la gama de la población anteriormente denominada negra, parda, morena, “de color”, pasó a determinarse como “trigueña”, vocablo ambiguo que puede aplicarse a diferentes grupos étnicos o a ninguno. El período que va de 1838 a 1887 es crucial en este proceso que nosotros definimos como de “desaparición artificial”, ya que para fines de 1887 el porcentaje oficial de negros es de 1,8%. A partir de ese período ya no se informa sobre este dato en los censos.


Es sumamente importante señalar que, si bien la disminución de la población negra es un hecho real y obedece a múltiples causas, no es legítimo hablar de “desaparición de los negros” como lo vienen haciendo las clases dirigentes y la sociedad argentina en general desde fines del siglo pasado y durante el presente. Ya en 1845, en su libro “Conflictos y armonías de las razas en América”, Domingo F. Sarmiento se apresuraba a festejar el “bajísimo” número de miembros de este grupo en la Argentina. Esta tendencia se patentiza y se asume como misión de Estado con la Generación del 80 (integrada por Bartolomé Mitre y Julio A. Roca, entre otros): la idea era la de “blanquear” a la población como requisito para el desarrollo y el progreso del territorio, recurriendo al fomento, desde la Constitución, de la población blanca y europea, a la restricción de la inmigración africana o asiática y además a la negación de la propia realidad negra dentro del país.

Contribuciones de los descendientes de africanos

El hombre negro participó en todas las acciones bélicas de la Argentina: llegó a ellas ya sea compulsivamente por la “Ley de rescate”, ya sea por la promesa de la libertad si prestaba cinco años de servicio militar. Su incorporación fue paulatina, en tropas regulares o irregulares, pero siempre ocupando los puestos más peligrosos en el campo de batalla, desempeñando las tareas más desagradables en el mantenimiento y sufriendo a menudo la humillación y el escarnio por su condición de esclavizado. En 1801 se reglamentan las formaciones milicianas con negros, a las que se denomina Compañías de Granaderos de Pardos y Morenos. Cuando en 1806 se produce la primera Invasión Inglesa a Buenos Aires encontramos la participación del negro en la defensa de la ciudad.

Cuando San Martín regresó de España para servir a su patria, en 1812, su primera misión fue la organización del Regimiento de Granaderos a Caballo. A fines de ese año, se hizo cargo del Ejército del Norte: sus tropas se componían de 1.200 hombres, de los cuales 800 eran negros libertos, es decir, esclavos rescatados por el Estado para el servicio de las armas.

La frase de San Martín, luego de recorrer el campo de batalla de Chacabuco –“¡Pobres negros!”– da cuenta de los innumerables cadáveres de quienes habían pertenecido al Batallón N° 8 compuesto por los libertos “rescatados” de Cuyo.

La muerte masiva de africanos y afroamericanos reclutados para el Ejército de Los Andes fue un hecho reiterado durante la campaña de Chile, Perú y Ecuador, entre 1816 y 1823: de los 2500 soldados negros que iniciaron el cruce de Los Andes fueron repatriados con vida 143.

Pasada la gesta de la campaña libertadora, se continuó con la costumbre de complementar regimientos de blancos con regimientos de negros, aunque siempre separados de los blancos e incorporados a cuerpos de negros ya existentes.

Los sobrevivientes de la Guerra de la Independencia –y otras tantas– no fueron dejados libres a pesar de la promesa de libertad si cumplían cuatro años de servicio militar.

Casi inmediatamente integraron filas en la guerra contra Brasil (1825 a 1828). Los sobrevivientes fueron absorbidos por las guerras civiles entre unitarios y federales. El Brigadier General y Gobernador de Buenos Aires, Don Juan Manuel de Rosas los convocó para formar el Batallón Provincial y el Batallón Restaurador. Años después, las batallas de Caseros, Cepeda y Pavón los tuvieron enfrentados en uno y otro bando. Con el fin de la Guerra de la Triple Alianza, contra Paraguay (1865-1870), pareció concluir el calvario del hombre negro en las Fuerzas Armadas. Años después, con la nación ya pacificada, era una situación común encontrar en las calles de Buenos Aires o de otras ciudades del país a los negros viejos, antiguos combatientes, pidiendo limosna para sobrevivir. Muchos de ellos presentaban miembros mutilados, cicatrices o graves impedimentos locomotrices. Sus mujeres, nuestras mujeres negras, vendían mazamorra, pan casero o pasteles; eran también lavanderas. Las nuevas corrientes migratorias, de origen europeo, propiciadas por la Constitución y estimuladas por el Estado, desplazaron lentamente a nuestros negros, quienes fueron replegándose hacia áreas alejadas de los grandes centros urbanos, olvidados por la sociedad a la que habían contribuido a formar. Si el hecho de haber participado en las confrontaciones bélicas provocó un gran decrecimiento de la población afroargentina y si a principios de este siglo se veían muy pocos integrantes de ésta en los centros urbanos, no es lícito hablar de “desaparición de los negros en la Argentina”, como lo hacen muchos propagadores de ideas, de manera superficial y sin rigor científico.

A pesar de tanta adversidad, los africanos dejaron una indeleble impronta en todos los aspectos y estamentos de la sociedad argentina. Estuvieron en el origen de formas artísticas populares como la payada (recordar al talentosísimo Gabino Ezeiza), el tango, la milonga y la chacarera. Aportaron infinidad de palabras al castellano del Río de la Plata, enriqueciéndolo: bombo, batuque, bujía, conga, cafúa (lunfardo), candombe, dengue, malambo, mandinga, mucama, tarimba o tarima, etc.



En la época de la Colonia, actúan frecuentemente en el teatro y en el circo. Fueron además destacados pianistas como el maestro Navarro y grandes compositores como Rosendo Mendizábal, autor del tango “El entrerriano”. Horacio Mendizábal, poeta del período romántico y reivindicador de los derechos de su comunidad. Los nombres son muchísimos.

En otros aspectos de la cultura popular como la culinaria, encontramos la incorporación de las achuras y el mondongo a la alimentación, la mazamorra, el locro, etc.

En la religiosidad, la veneración de San Baltasar y San Benito.



La Nación Argentina se debe a sí misma una revisión profunda y honesta de su historia y un análisis rigurosamente crítico de los fundamentos ideológicos que dieron forma a su idea del “país deseado”.

La Nación Argentina debe también una reparación histórica, moral, social y económica a todos aquellos negros y a los millares de descendientes de aquéllos.





* El texto se publica con autorización de la autora. Apareció originalmente en Historia Integral Argentina, Tomo V, “De la Independencia a la Anarquía”, Centro Editor de América Latina, Buenos Aires, 1970.

fuente:http://bcnbib.gov.ar/bibliopress/bibliopress9-2.htm

NOTA:LOS ARCHIVOS EXTRAIDOS DE ALGUNA FUENTE, PRESENTAN SU LINK PARA EL QUE QUIERA CORROBORAR, LOS QUE NO, SON EXTRAIDOS DE LIBROS DE MI PERTENENCIA, Y/O DE LIBROS LEIDOS CON ANTERIORIDAD, YA QUE ES UNO DE LOS TANTOS TEMAS QUE ME GUSTAN CONOCER

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